
Mili Gallardo
No es la primera vez que tengo que escuchar el siguiente comentario cuando alguien me pregunta:
—¿Y tú qué escribes?
—Entre otros géneros, erótica —respondo.
—¿En serio? ¿Bromeas? No lo habría imaginado nunca. —Respuesta coletilla del interesado.
¿Y por qué no? Pues sencillo, por mi edad.
Y entonces me llega la duda: ¿edadismo o «consagradismo»? (Palabra que me acabo de inventar).
Me pregunto yo, si la vida funciona de este modo. Si eres un autor consagrado de edad avanzada, puedes escribir lo que te venga en gana, desde la propia erótica hasta novela negra, incluso biografías. Es más, se te permite incluso escribir historias cuya trama genera poco interés y que, aun así, puede llegar a ser número uno en ventas, solo por quien lo firma —un escritor de cierta edad con un amplio recorrido, es decir, consagrado.
Voy a ir más allá: si eres consagrado y con cierta edad, pero no eres escritor, también te está permitido escribir el libro que te apetezca, lo comprarán infinidad de personas. Y para más inri, incluso se comprará sospechando que esa persona, supuestamente, solo ha colaborado poniendo su nombre.
En cambio, si no eres conocido más que por unas centenas de seguidores lectores —y encima vas camino de los sesenta—, parece que lo que debes escribir es lo que va acorde a tu físico o a tu edad. Y ahí es cuando sale a relucir el edadismo mezclado con una carrera no consagrada.
En mi caso, tengo cincuenta y nueve años y he tenido que soportar, en más de una ocasión, que la gente comente e incluso, si no me han leído, dude de mis capacidades en el género erótico.
Pues bien, señoras y señores, sí, escribo erótica y para colmo ese libro generó el mote por el que me conocen: «la escritora de las mariquitas». Y para los que ponen en tela de juicio mis capacidades, sin fundamentos, diré que mi libro «200 mariquitas en medio de un tsunami de 138 grados» (ya sé que es largo, pero es el que tiene que ser), sigue siendo mi novela más leída, y en mi caso no es por ser una autora consagrada, por lo que me lleva a pensar que será porque no lo hago tan mal —a pesar de mis 59 años y de que eso genere asombro.
Basta ya de encasillar o prejuzgar por la edad o por cualquier cosa que no sea razonable. Llevo muchos años escribiendo y a pesar de ello nunca me atreví a publicar, porque jamás pensé que podría llegar a transmitir. Tras mi primera novela recibí elogios, y tras la segunda aumentaron. Con la quinta empiezo a creer que lo de transmitir no se me da nada mal, incluyendo mi modo de narrar las escenas eróticas.
Y sí, tengo 59 años, he escrito un libro erótico que va camino de la tercera edición y me encantaría conocer tu opinión.
¿Existe el edadismo?
¿O cómo lo llamarías tú?

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